Gonzalo Valenzuela: «Sin mis hijos me siento rengo»

Aunque estuvo grabando hasta tarde un capítulo de Si yo fuera rico, la nueva serie del canal chileno Mega, hoy se levantó temprano para jugar golf, una de sus grandes aficiones. Gonzalo Valenzuela (39) se sienta en la terraza del club, pide una gaseosa con jugo de limón, enciende un cigarrillo y mira hacia la pileta donde están jugando sus hijos, Silvestre (9) y Alí (5). Parece serio y tiene reputación de ser algo hosco con la prensa, pero gana cara a cara. Se muestra cercano, no le cuesta nada sonreír y su conversación es entretenida, aunque -celoso de su intimidad- quiere mantener lejos del ojo público algunas facetas de su vida privada. Habla con entusiasmo de su trabajo como actor, al que llegó por vocación, y de algunos de los personajes que interpretó y con los que se comprometió a fondo. Es un apasionado de los deportes, especialmente del boxeo y el golf, que practica desde chico y con el que volvió a reencontrarse tras varios años de pausa. Pero si hay algo por lo que Gonzalo siente devoción es por sus hijos, su prioridad, y por los que está dispuesto a radicarse nuevamente en Argentina.

En Si yo fuera rico, el actor vuelve a trabajar junto a María Gracia Omegna, con quien coincidió por primera vez en Papá a la deriva y cuyo romance saltó de la ficción a la vida real. «La verdad es que tenemos muy buena química trabajando, y de ahí que María Eugenia Rencoret (directora general del Área Dramática de Mega) quisiera repetir la pareja», comenta Gonzalo.

-Una química que traspasó la pantalla.

-Prefiero no hablar de mi vida privada. Te puedo decir que, profesionalmente, María Gracia es muy buena actriz y que tenemos muy buena comunicación trabajando. Punto final. No quiere hablar del tema y lo respetamos.

En los últimos años, Gonzalo desarrolló su carrera de actor entre Chile y Argentina, donde acaba de terminar de grabar Las estrellas.

-¿Cómo vivís tus papeles?

-Intensamente, porque eso es lo que requiere la actuación. Es algo que se trabaja desde lo más profundo de uno mismo, entonces necesita que te comprometas física y psicológicamente. A mí me fascina, siento que soy un gran afortunado de seguir trabajando y hacer lo que siempre soñé de chico.

-Como actor se te encasilla como el típico galán. ¿Te llevás bien con eso?

-Es muy entendible, pero yo sigo trabajando y no he parado en veinte años de carrera. La verdad es que en Chile y en Argentina he sido muy bien valorado por mi trabajo y nada más que por eso, así es que estoy muy tranquilo en ese aspecto. Y siempre, uno sabe y te lo enseñan también en la escuela de teatro, hay que tener cuero de chancho porque hay mucha envidia, mucha exposición, y además la actuación es un arte subjetivo, siempre hay gente a la que le gusta tu trabajo y otra a la que no.

-¿Planeás seguir trabajando en los dos países?

-Sí, voy a seguir siempre entre Chile y Argentina. Hoy día mi base está en Chile, pero creo que en un futuro no muy lejano va a estar más en Argentina, porque mis dos hijos viven allá y la verdad es que se me hace muy pesado estar lejos de ellos. Tengo la posibilidad de trabajar en los dos lados, entonces tengo esa suerte o camino ganado. Pero sí creo que mi base de ahora en adelante va a ser más cerca de mis niños, que son lo más importante para mí.

«ME SIENTO RENGO SIN MIS HIJOS»

Silvestre y Alí viven desde hace dos años en Buenos Aires con su mamá, Juana Viale, y aunque Gonzalo cuenta que va a verlos fin de semana por medio, reconoce que se le hace «durísimo» no tener más cerca a los chicos. «Siento que hay algo que me tiene rengo, por decirlo de alguna manera; hay algo que no me deja avanzar en muchas cosas y ya tengo la claridad de que es eso, que necesito estar en el día a día con los niños y preocuparme de sus cosas cotidianas», comenta.

-Dicen que sos padrazo.

-Uf. Eso lo dirán ellos cuando sean grandes. No sé qué es ser un padrazo, pero a mí me hace muy bien tratar de ser lo mejor posible para ellos. Y creo que a ellos también les hace bien. Entonces, es recíproco. Tenemos mucha confianza y hacemos muchas cosas juntos. Hoy día la crianza de los niños es muy distinta a la nuestra, y eso es una lucha constante porque, al final, uno repite mucho los patrones que tuvo. Yo hago un esfuerzo a diario por repetir sólo las cosas buenas. Mi hijo me dijo que quería teñirse el pelo de verde y tiene 9 años. Y lo voy a llevar a teñirse de verde, cosa que me da lo mismo y que a mí jamás me habrían permitido, pero me encanta que tengan esa libertad.

-¿Qué tipo de educación querés darles?

-De entrada, los hijos no le pertenecen a uno, eso es algo que tengo clarísimo. Son individuos por ellos mismos, y yo lo único que puedo hacer es tratar de darles las mejores herramientas para que sean buenas personas. Me da lo mismo lo que vayan a estudiar, o qué van a hacer el día de mañana, lo único que me interesa es que tengan ciertos valores, por decirlo de alguna manera. También están en su derecho a equivocarse, pero lo importante es que de los errores aprendan.

-¿Cómo definirías el momento actual de tu vida?

-Estoy por cumplir 40 años y, la verdad, siento que es un momento importante, y eso no me pasó a los 30. Ahora me siento más completo y tengo más claro lo que quiero y lo que no, y dónde tengo que ponerle más fuerza a mi vida. Hoy en día mi claridad es dedicarme a mis hijos. Por suerte, tengo una vida tranquila, entretenida y, por qué no decirlo, exitosa, así que estoy bien. Sí siento que mi énfasis hoy tiene que estar en la crianza de mis cachorros.

 

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