“Fue después del partido con Croacia. Estábamos charlando en la pieza con Ever y Ota y les dije que sentía que iba a hacer un gol… ¡Se dio y nos reíamos dentro en la cancha!”.
No es necesario preguntarle a Ever Banega o Nicolás Otamendi al respecto. Marcos Rojo, una de las grandes figuras de Argentina en San Petersburgo, confirma su premonición con la sonrisa dibujada en la cara.
Su gol en el minuto 86 ante Nigeria significó la sufrida clasificación de la Albicelste a los octavos de final de Rusia 2018™. Marquitos repasa la jugada del 2-1 con naturalidad pese a las bromas de sus compañeros que enfilan a la zona mixta.
“Sentía que Gabi podía llegar a tirar el centro, vi el hueco y me mandé”, narra Rojo, campeón con el propio Gabriel Mercado en aquel Estudiantes de La Plata de 2010 que dirigía el ex seleccionador argentino Alejandro Sabella.
“Apenas salió del pie, sentía que iba para adentro. Y cuando vi que entró fue una locura, un desahogo tremendo”, confirma el zurdo, quien definió como venía… ¡de derecha!
Con la rodilla de esa pierna le había anotado un gol cuatro años atrás también a Nigeria por la fase de grupos de Brasil 2014. E igual que aquella vez en Porto Alegre, el tanto sirvió para la victoria.
“Es para la familia que está acá y allá, en Argentina”, dice el zaguero central, quien casi se pierde el torneo por la falta de ritmo que le provocó una lesión de rodilla que lo tuvo alrededor de siete meses fuera de las canchas.
“También es para la gente que estuvo acá. Lo de hoy fue increíble. Todos se lo merecían, nos pone contento por ellos”, agrega.
Todavía no es momento para hablar de Francia, aunque el partido sea ya, el próximo sábado 30 de junio en Kazán. Lo importante es que el equipo parece haber hecho borrón y cuenta nueva.
Rojo lo sabe, “Hoy arranca la Copa para nosotros. Tenemos que seguir dándole más que nunca”.