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“Mattos”, la casa que marca las horas de Carlos Casares: Historia y presente de un negocio con futuro 

El reloj marcaba las 16:30 y Tulio ya estaba esperándonos como lo hacían sus familiares desde 1924 cuando “Casa Mattos” abrió sus puertas en la casa de su bisabuelo. 

De entonces a la fecha, nunca cerró sus puertas. Pero la historia nació tiempo atrás, ya que, “la joyería era de Emilio Bertoni, quien después fue el padrastro de mi papá porque mi abuela, Laura Buriani tuvo a mi padre, César Mattos. 

Luego, ella se separó de un señor apellidado Mattos, con quien le alquilaban a Bertoni”, comienza a rememorar el actual dueño del clásico y, uno de los más antiguos y prestigiosos comercios de la ciudad. 

Para 1955, Perón transitaba su primera presidencia. Fue en ese período que “mi abuela se acogió a la Ley de Divorcio -que duró un año- y se casó con Bertoni, dándole continuidad al negocio”. 

A partir de allí, otra época inició en la joyería por excelencia de la región que, aún hoy, tiene numerosos clientes de la zona. 

Por esos años, César (Mattos) emprendió el estudio, por aquellos años elegida por muchos, de relojero en la ciudad de Buenos Aires. 

Con la experiencia familiar y los nuevos conocimientos adquiridos por el joven Mattos, el tridente familiar fortaleció los cimientos del local ubicado en la céntrica avenida San Martín 271 donde a poco de cumplir 100 años de existencia, Tulio Mattos recupera en su relato las décadas de la empresa familiar que, desde el nacimiento de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Carlos Casares, en el año 1946, están asociados. 

“Mi padre ha sido miembro de la Cámara de Comercio durante muchos años. Yo en 1990, cuando pasó a mi nombre el comercio, continué siendo socio, porque, siempre hemos tenido muy buena relación con ella en todo los aspectos porque la institución ayuda al comercio”.

Si bien no todos siguieron el camino de los padres, Tulio añora con cariño aquellos años en los que tras la pérdida de su padre en 1980, su hermano Alejandro mucho tiempo lo apuntaló en la parte contable y, su hermano César, quien es Veterinario, también celebró la continuidad histórica de una de las más pintorescas fachadas casarenses. 

Pero, sin dudas “mi mamá fue el alma mater de ‘Casa Mattos’. Cuando en 1980 queda sola, al regreso de mis estudios seguí trabajando bajo su enseñanza”, avanza y marca que él, fue el único de los tres hermanos a los cuales el padre le enseñó el oficio de relojero. “Tenía afinidad con el manejo del negocio y, por eso, tomé la decisión de continuar estudiando y el legado familiar. Estoy contento por ello”, sostiene Tulio en una pausa laboral. 

Tulio, justamente es la cuarta generación que está al frente del comercio. Y así lo grafica. “Le estamos vendiendo las alianzas a los bisnietos de gente que ha comprado acá”.

Como ven, pasaron los años pero no las costumbres y algunas reformas también se le hicieron al local. “Hace nueve años realizamos reformas. Las vitrinas laterales son las que tenía mi bisabuelo como el piso, pero, estos mostradores son nuevos”, señala y afirma que parte de la tradición también es conservar ciertos vestigios de lo que la hicieron ser un sello distintivo dentro de la comunidad. “Continuamos y mantenemos el corazón de la casa en ese aspecto”. 

En este sentido, Tulio en su reflexión, tácitamente evoca a la popular frase, “Recordar es volver a pasar por el corazón”, del latín, para homenajear a su familia narrando cada una de las anécdotas. 

Y a la vez, en una actualidad signada por el lema, que en parte tiene algo de realidad, ‘no hay trabajo’, argumenta que “la joyería se transmite de generación en generación, pero, el oficio se está perdiendo. Igualmente, nosotros contamos con especializados talleristas; la joyería es un rubro amplio que convoca a muchas personas para trabajar en cada paso de las artesanías. Es infinito el número de gente que trabaja en el rubro de la joyería y la relojería”.

Sobre los públicos, Tulio no puntualiza pero da fe de que muchos artistas que han visitado la ciudad le dedicaron tiempo a su comercio; también, muchos vecinos de localidades cercanas como Martínez de Hoz, Las Toscas, 9 de Julio y Pehuajó por mencionar tan solo algunas. 

“Estos locales les llama la atención porque siguen con la fisonomía antigua y, realmente nos reconforta porque se sienten maravillados de que tengamos los mismos mobiliarios del inicio y, que se siga en la misma línea que tenemos”. 

 Es acá, en este punto donde Tulio vuelve a poner en valor la existencia de la Cámara, al decir que, “he hecho bastantes cursos que han sido muy importantes”, lo cual le contribuyó para seguir acopiando sapiencia que puso al servicio de su comercio que, como todos en Argentina, sobrevivió a los cíclicos embates económicos.

 Por eso, el mensaje reflexivo para sus pares fue “que se acerquen a la institución, donde los van a recibir bien, para asesorarse porque tienen una amplia gama de herramientas que le serán de utilidad, o bien, para resolver ciertos problemas que a veces, uno solo no puede canalizarlos solo, pero, si por intermedio de la ayuda de la entidad que tiene una comisión que trabaja, también para ello, respaldado por sus afiliados; y ahí, es donde uno puede acercar una idea para que la Cámara lo presente ante quien corresponda para lograr un cometido bueno”.

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